
Metodo y Tecnica
Método y Técnica
MÉTODO DEL TEATRO NEOCLÁSICO
¿Cómo se construye una obra teatral neoclásica?

El método del teatro neoclásico parte de la razón y la planificación previa. No se deja espacio a la inspiración descontrolada ni a la improvisación. Cada obra debe ser pensada como una estructura lógica con un fin pedagógico.
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Parte de una idea moral o enseñanza universal que se quiere transmitir.
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Se selecciona una acción central, única y ordenada, que servirá de base a toda la trama (unidad de acción).
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Se limita la duración de los hechos a 24 horas o menos (unidad de tiempo) y se fija la acción en un solo lugar (unidad de lugar).
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Los personajes son modelos representativos (no particulares), construidos para que el público vea en ellos ejemplos claros de virtud o error.

TÉCNICA DEL TEATRO NEOCLÁSICO
¿Con qué herramientas se representa esa obra en escena?
La técnica teatral neoclásica se basa en la coherencia, la sobriedad y la claridad visual. Todo lo que aparece en escena debe reforzar el mensaje y mantener el orden.
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Escenografía: sencilla, simbólica y creíble (verosímil). No distrae.
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Vestuario: acorde al estatus, época y rol del personaje (decoro).
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Actuación: movimientos medidos, expresión moderada, voz clara.
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Lenguaje: elevado pero comprensible, sin vulgaridades ni exageraciones.
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Efectos: mínimos. Se evita lo espectacular o sobrenatural.
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Dirección escénica: busca equilibrio visual y armonía en la composición de la escena.
La paradoja del actor

Uno de los tratados más importantes de esta época fue hecho por el influyente filósofo, escritor y enciclopedista francés de la Ilustración Denis Diderot, llamado "la paradoja del actor". En La paradoja del actor, Diderot sostiene que el mejor actor no es el que siente de verdad las emociones de su personaje, sino el que sabe simularlas con perfección técnica y control racional. Según él, un actor que se deja llevar por la emoción real pierde precisión; en cambio, el gran actor domina su expresión, calcula gestos y tono, y repite con exactitud su actuación noche tras noche. La "paradoja" está en que, para conmover al público, el actor no debe conmoverse él mismo.