
La Disputa Entre Proromanos y Progriegos
Figuras Fundamentales
El neoclasicismo no fue solo una moda artística del siglo XVIII, sino una transformación cultural profunda. En este contexto, dos figuras clave —Giovanni Battista Piranesi y Johann Joachim Winckelmann— ofrecieron visiones contrastantes pero complementarias sobre la Antigüedad, y con ello ayudaron a moldear los fundamentos del arte neoclásico.
Giovanni Battista Piranesi
Piranesi (1720–1778) fue más que un grabador y arquitecto; fue un visionario que transformó la arqueología en una experiencia estética. Sus famosas Vedute di Roma y Carceri d'invenzione mostraban ruinas romanas no solo como vestigios del pasado, sino como símbolos de grandeza, misterio y monumentalidad.
Su trabajo fue crucial por dos razones:
Revaloró el pasado romano: En un momento en que Grecia empezaba a ser vista como el modelo a seguir, Piranesi defendió la superioridad artística de Roma.
Inspiró a arquitectos y artistas: Su imaginación visual alimentó el gusto por lo monumental y lo sublime en el diseño urbano y la arquitectura del siglo XVIII.
Piranesi contribuyó a consolidar la dimensión emocional del neoclasicismo, dando a las ruinas un valor casi poético que influyó en generaciones de artistas.

Johann Joachim Winckelmann
Winckelmann (1717–1768) fue un erudito alemán cuyo libro Historia del arte en la Antigüedad (1764) sentó las bases de una nueva forma de estudiar el arte. Su enfoque metódico y filosófico convirtió al arte clásico griego en un ideal de perfección formal, equilibrio y pureza.
Formuló un canon de belleza clásica: "Noble sencillez y tranquila grandeza" fue su fórmula para describir el arte griego.
Estableció una jerarquía estética: Para Winckelmann, Grecia estaba por encima de Roma en refinamiento artístico, lo cual tuvo un profundo impacto en el gusto neoclásico.
Winckelmann proporcionó el marco teórico que legitimó el retorno a la Antigüedad, guiando tanto a artistas como a académicos en la búsqueda de un arte ideal.

Grecia o Roma: El Conflicto de los Modelos y la Estética del Neoclasicismo
Mientras que Piranesi exaltaba la fuerza y la grandiosidad de Roma, Winckelmann idealizaba la armonía y la pureza de Grecia. Esta tensión entre ambas visiones no fue un obstáculo para el neoclasicismo, sino una de sus riquezas.
Piranesi apelaba a lo emocional y dramático.
Winckelmann abogaba por la razón, el orden y la proporción.
Ambas perspectivas coexistieron en el arte neoclásico, dando lugar a obras que combinaban racionalidad estructural con dramatismo expresivo.
Esta dualidad permitió que el neoclasicismo no fuera un estilo rígido, sino un lenguaje visual complejo y adaptable.